miércoles, 7 de julio de 2010

Esta pregunta, a raíz de los eventos geológicos que hemos sufrido en el planeta, se me ha realizado en numerosas ocasiones a lo largo de las últimas semanas y meses. ¿Por qué hay más terremotos? ¿Qué esta provocando esta inusitada actividad geológica en la Tierra? ¿Es la actividad solar, el cambio climático, un cambio geomagnético…? ¿Qué es lo que está pasando?
A primera vista parece que hay algo importante sucediendo bajo la corteza terrestre, en las profundidades de nuestro planeta. Terremotos como los de Haití, Chile o Turquía acabaron en pocos días con cientos de miles de personas, sin contar con la actividad volcánica que mantuvo en jaque al espacio aéreo europeo durante días y provocó un caos circulatorio en los desplazamientos por avión. Sin embargo, si nos abstraemos un poco de la histeria mediática generada a partir de estos eventos y raspamos en la historia y la estadística, nos damos cuenta de que podemos negar la mayor. Simple y llanamente, no está pasando nada, vivimos en un planeta violento donde los eventos geológicos son parte de nuestro pasado, nuestro presente y estarán ahí en nuestro futuro.

Los números

Para obtener la información histórica sobre estadísticas de terremotos, acudiremos a la página web del US Geological Survey National Earthquake Information Center centro que recoge y estudia la información sismológica mundial. Allí, podemos observar la tabla que nos muestra con qué asiduidad se producen terremotos de un cierto rango dentro de la escala Richter a lo largo del año.

Nos centraremos en los terremotos de mayor fuerza, 6 o superior, dado que son aquellos susceptibles de causar mayores daños. Para terremotos con un valor de 8 o superior, se estima un valor medio de 1 terremoto al año, mientras que para valores entre 7 y 7,9 se asciende a 15 eventos al año. Cuando hablamos de terremotos entre 6-6,9 la media anual se dispara hasta los 134. Desde luego, no hay que perder de vista que esto es un valor promedio sujeto a variaciones dentro de un cierto rango. Por ejemplo 2007 tuvo 4 terremotos de más de 8 grados mientras que hubo varios años en la década de 1990 sin ningún terremoto en este rango. Lo mismo podemos ver en los terremotos de 7-7,9 donde hubo varios años en la década de 1990 con hasta 18 sacudidas, estando el mínimo en 9 en el año 2006.

A lo largo de 2010 los valores que tenemos pueden observarse en el enlace anteriormente indicado. Para terremotos por encima de 8 grados, este año tenemos 1, el de Chile con un valor de 8,8. Para terremotos en el rango 7-7,9 tenemos 9 en total hasta el momento. Dado que hemos superado el ecuador del año, suponiendo que se mantenga el ritmo actual, estaríamos a final de año en un valor de 18, algo por encima de la media pero no lejos de valores típicos de otros años. Para los seísmos entre 6 y 6,9 el valor es de 91, de la misma forma que antes, al estimación es de 182, este sí, por encima de la media de 134 sobradamente. No obstante debemos señalar que este dato está un poco sesgado debido a que se concentraron muchos terremotos en este rango debido a las réplicas del terremoto chileno y a lo largo del año debería normalizarse. Este mismo ejercicio realizado con datos de principios de abril (final del primer trimestre) daba unas cifras de 53 terremotos, al multiplicar por 4 ofrecía un valor de 212 para el anual. Vemos cómo con los datos del segundo trimestre la estimación ha descendido hasta los 182.

Parece claro que, mirando las cifras, no tenemos un aumento significativo del número de terremotos, ni de su intensidad en lo que lleva de año.

Tal vez este año no, pero…

Con un sencillo ejercicio de observación de datos hemos podido comprobar que no hay nada inusual en el comportamiento terrestre en lo que a cifras de este año se refiere. Pero, ¿y si es una tendencia al alza a lo largo de las últimas décadas, como sugieren algunos?

Para esto acudimos a la recopilación de datos sismográficos más completa, el Centennial Earthquake Catalog. Efectivamente se observa una acusada tendencia al alza a partir de la década de 1960, no obstante esto, como bien se explica en la misma web del catálogo se debe más a una mejora en la toma de datos, que a un aumento significativo en la actividad.

“En los últimos años (1964–actualidad) se ha elegido una magnitud de corte de 5,5 para el catálogo, y el mismo está completo hasta este umbral. Para el periodo anterior a 1964 (también referido como periodo de instrumental histórico, o simplemente periodo histórico) el corte considerado es la magnitud 6,5. Entre la década de 1940 y 1963 el catálogo está completo hasta un umbral de magnitud 6,5, pero antes de esto, el catálogo sólo está completo hasta una magnitud de 7,0″.

Basándonos en el estudio realizado por Eric Mamajek, profesor asistente del Departamento de Física y Astronomía en la Universidad de Rochester, podemos apreciar que la gráfica de la izquierda, la cual describe los terremotos más fuertes (7 o más) es bastante plana, incluso con cierta tendencia descendente.

Es decir, la mejora en los sistemas de detección ha permitido que podamos registrar de forma exhaustiva terremotos de magnitud cada vez menor. No suceden más terremotos, simplemente ahora tenemos mejores medios para monitorizarlos. Pero no sólo ha mejorado la calidad en la detección de los terremotos, asimismo ha aumentado la cantidad de estaciones dispersas por todo el mundo, de las poco más de 300 en la década de 1930 a casi las 4000 actuales, que nos permiten controlar zonas despobladas y remotas en las que un terremoto podría pasar desapercibido en otro caso.

¿Pero son más letales?

Como hemos visto hasta el momento, no tenemos más terremotos en este año, no tenemos una tendencia alcista a lo largo del último siglo, que es del que disponemos de datos fiables, pero ¿podría ser que los terremotos liberasen más energía y se hicieran más letales?

El Dr. Kurtis Williams nos presenta un par de gráficos con la energía total acumulada por los terremotos de magnitud mayor de 5 anualmente desde 1990. Podría parecer que existe cierta tendencia a liberar más energía en 2004 y 2010 (gráfico a la derecha), pero esta gráfica está un tanto falseada por el hecho de que en estos años hubo dos terremotos excepcionalmente energéticos, Indonesia y Chile. Eliminando sólo estos dos terremotos (gráfica de la izquierda) de entre los miles producidos vemos que la tendencia general es bastante estable.
No obstante, sí podríamos decir que los terremotos actualmente causan más bajas que en épocas pasadas. Esto en realidad no tiene nada que ver con una mayor fuerza en las sacudidas, sino en la explosión demográfica mantenida desde hace un par de siglos. Donde antes no había más que extensiones despobladas, ahora se agolpan grandes urbes abarrotadas de gente susceptibles de sufrir las consecuencias de un terremoto.
En línea con esto, Paul Earle, sismólogo de la USGS comentaba en un artículo publicado aquí hace algún tiempo que “los terremotos no matan gente, lo hacen los edificios”. Resulta bastante evidente esta afirmación si observamos las bajas causadas por el terremoto de Haití (7,0 más de 200 mil) con el terremoto de Baja California (7,2 y dos bajas). Los estándares de construcción de Haití, o su falta de ellos, hicieron que ante la sacudida se derrumbasen los edificios, acabando con la vida de sus habitantes. Un terremoto de fuerza similar en una zona más desarrollada como es la Baja California apenas dejó un par de fallecidos.


Conclusión

Analizando los datos podemos concluir que no hay nada fuera de lo habitual en la actividad sísmica terrestre. La sensación de pánico generalizado tiene más que ver con la atención mediática prestada a tales eventos, debido a su enorme gravedad en algunos casos, que con una problemática real. No hay más terremotos ni son más letales, simplemente, a veces parecemos olvidar que vivimos en un universo violento, sobre un mundo en constante cambio.

Cienciakanija.com

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