lunes, 25 de octubre de 2010

El registro geomagnético revela la ruta del Sol a través de la galaxia

El camino del Sol a través de las nubes interestelares, puede explicar un número de anomalías en el registro geomagnético, dicen los astrofísicos.

Cuando los rayos cósmicos galácticos entran en la atmósfera, impactan en los núcleos, formando distintos tipos de subproductos exóticos. Los astrofísicos creen que el berilio-10, cloro-36 y carbono-14 en concreto, se forman de esta manera.


Por lo que es razonable pensar que la abundancia de estos elementos en el paleoregistro debería dar algún tipo de indicador del flujo de rayos cósmicos galácticos en esa época. Pero cuando los geólogos miran, surge el misterio.

Y éste es el porqué. Los campos magnéticos de la Tierra actúan como un escudo protector contra este tipo de bombardeo. Por lo que en primera instancia, la abundancia de estos núcleos exóticos debería seguir las subidas y bajadas de este campo.

El problema es que no lo sigue, al menos no siempre. “Se encontraron varias anomalías en estas comparaciones”, dicen Priscilla Frisch de la Universidad de Chicago y Hans-Reinhard Mueller del Dartmouth College. Y ellos creen saber por qué.

Los astrónomos han sabido desde hace tiempo que un incremento en la actividad solar puede reducir drásticamente el número de rayos cósmicos galácticos que llegan a la Tierra, debido a que el viento solar y los campos magnéticos pueden desviar estas partículas alejándolas de nosotros. Pero si las variaciones solares pueden desviar estas partículas, Frisch y Mueller dicen que no es ilógico pensar que puedan hacerlo también otras cosas.

El Sol necesita unos 220 millones de años para orbitar la Vía Láctea. En ese tiempo pasa a través de numerosas nubes de polvo y gas de distintas densidades y composiciones. No hay duda de que esto debe afectar a la cantidad de rayos cósmicos galácticos que llegan hasta nosotros, por lo que, ¿no debería mostrarse en el paleoregistro?

Frisch y Mueller dicen que así debe ser, por lo que continúan con la hipótesis de que estos efectos pueden explicar las anomalías que otros científicos han hallado en estos registros.

Una forma de comprobar esta idea es buscar nubes interestelares por las que haya pasado recientemente el Sol y ver si alguna de esas anomalías de correlaciona con las del registro. Pero también aquí hay un problema. Es difícil trabajar con la estructura tridimensional de estas nubes y esto dificulta saber con exactitud por dónde y cuándo pasó el Sol.

Frisch y Mueller concluyen que los cambios en el flujo de rayos cósmicos galácticos son ciertamente capaces de explicar las anomalías en los datos. Pero nos resultados no son de ninguna forma apabullantes.

Además de las incertidumbres ya mencionadas, nadie está seguro de cómo los rayos cósmicos galácticos generan núcleos exóticos, o en qué cantidad. Por lo que tiene que hacerse mucho más trabajo en los distintos procesos implicados.

Esto no significa que la idea no sea emocionante. Si los datos pueden correlacionarse con precisión con el paso del Sol a través de las nubes en los, digamos, últimos 100 000 años o así, entonces debería ser posible usar esta lógica a la inversa. En otras palabras, tomar los paleoregistros y usarlos para determinar la estructura de las nubes y polvo a través de los cuales el Sol ha pasado, produciendo un mapa 3D de nubes de polvo galácticas.
Por lo que la propia Tierra es una sonda espacial que ha registrado su viaje conforme barría la galaxia bajo el amparo del Sol. Todo lo que tenemos que hacer es extraer los datos.

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