jueves, 29 de julio de 2010

¿Podremos viajar más rápido que la luz?

Todo aficionado a la ciencia ficción sueña con que el ingenio humano pueda hacer realidad alguna vez el "santo grial" del viaje intergaláctico: el salto al hiperespacio (o warpdrive, como dicen los fanáticos de Star Trek). Obviamente, alcanzar este hito es hoy en día poco menos que una quimera, una fantasía lejana. Pero... ¿podremos algún día viajar más rápidamente que la luz?



Por Miguel Artime.



Al menos para algunos físicos esta idea no es estrictamente imposible. El truco parece estar en avanzar un poquito en sistemas de propulsión (con nuestros cohetes actuales la cosa pinta mal) y encontrar algo que nos permita acelerar una nave a velocidades más rápidas que la luz. Algo que como bien sabemos no es fácil, tal y como Einstein advirtió mediante su Teoría de la Relatividad General.
La buena noticia es que la ley de Einstein solo se aplica en el espacio-tiempo, así que con un poco de ingenio tal vez logremos que sea el propio espacio-tiempo el que pueda viajar. Me explico, si pudiéramos tomar un pedazo de espacio-tiempo y moverlo, el vehículo que hubiera en su interior pensaría que no se está moviendo en absoluto, justo como la mosca que se posó en el interior del parabrisas del coche que recorre a 120 km/h la autopista y cree estar parada.
Puede parecer sorprendente, pero algunos científicos creen que esto tal vez haya sucedido ya. Algunos modelos teóricos sugieren que en los momentos iniciales que sucedieron al Big Bang, el espacio-tiempo se movió a una velocidad mayor que la de la luz. De ser esto cierto, tal vez nuestras futuras naves espaciales pudieran reproducir el fenómeno.

La cuestión es ¿cómo conseguir métodos de propulsión para el espacio-tiempo en lugar de para una nave? En Space.com proponen algunas ideas.
La Relatividad General sostiene que cualquier concentración de masa o energía, es capaz de curvar el espacio-tiempo a su alrededor (de hecho la gravedad queda definida simplemente como la curvatura del espacio-tiempo que hace que masas más pequeñas caigan hacia el interior de las masas más grandes). De este modo, tal vez exista alguna geometría única de la masa, o alguna forma de energía exótica, capaz de manipular la burbuja del espacio-tiempo que engloba a nuestra nave para que se mueva más rápida que la luz, arrastrando con ella a nuestro vehículo.

Para hacer una analogía que todos entendamos, lo que habría que hacer es que el espacio-tiempo se comportase como esos pasillos transportadores que hay en los aeropuertos sobre los que parecemos caminar tan deprisa (al menos para un espectador situado fuera de ellos). De algún modo, habría que alterar las propiedades del espacio-tiempo para que se expandiera frente a la nave, y se encogiese tras ella.


La novedosa idea se le ocurrió a un físico teórico mexicano llamado Miguel Alcubierre en el año 1994. Y bien, ya tenemos teóricamente la solución: ahora "sólo" hace falta encontrar la forma práctica de llevarla a cabo.
Algunos estudios recientes afirman haber encontrado señales factibles de espacio-tiempo en movimiento. Por ejemplo, unos científicos hicieron girar anillos super-refrigerados en una laboratorio, y descubrieron que unos giroscopios estáticos situados sobre los anillos, creeían estar rotando simplemente por la presencia de los anillos giratorios bajo ellos. Para los investigadores, los anillos ultra-refrigerados podrían estar de algún modo arrastrando al espacio-tiempo, y los giroscopios estarían detectando el efecto.

 
Otros estudios descubrieron que la región situada entre dos placas paralelas de metal sin carga parecen tener menos energía que el espacio que las rodea merced al llamado efecto Casimir. Los especialistas en teoría cuántica de campos llaman a esto "energía negativa", la cual se da cuando la densidad de energía del espacio es menor que cero.
Este concepto no es baladí, ya que de hecho podría ser todo lo que necesitamos para mover el espacio-tiempo. En su interesantísimo libro "Cómo construir una máquina del tiempo", Paul Davies sostiene que esta energía negativa, podría hacer que un agujero de gusano (una distorsión del espacio tiempo también llamada puente de Einstein-Rosen) se mantuviese "abierto" el tiempo necesario para que un turista pudiese atravesarlo. De ser así, ese viajero espacial podría encontrar atajos en el tejido del espacio-tiempo para alcanzar extremos distantes del universo, tal y como un gusano atraviesa la manzana por el interior de la fruta sin tener que recorrer toda su superficie.
No obstante, para conseguir las gigantescas cantidades de energía negativa necesarias para el viaje hiperlumínico, los científicos necesitarán alcanzar logros gigantescos en el manejo de la energía. Para ello, tal vez hiciera falta domar a esa misteriosa fuerza llamada energía oscura que parece ser la culpable del incremento en la aceleración de la expansión de nuestro universo.


En fin, justo es reconocer que actualmente, nuestra ciencia y tecnología se encuentra en pañales, pero a largo plazo algunos físicos son optimistas. El mero hecho de que discutan apasionadamente sobre esta posibilidad, incita a soñar con el viaje futuro a una galaxia muy muy lejana.

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